Después de la revolución agrícola y demográfica, se produjo un desplazamiento masivo de campesinos hacia las ciudades donde el antiguo agricultor se convertía en obrero industrial.
Como consecuencia del crecimiento natural de los habitantes, la ciudad industrial aumentó su población considerablemente. La carencia de habitaciones fue el primer problema que sufrió esta población quienes debían vivir en espacios reducidos sin las mínimas condiciones, comodidades y condiciones de higiene. A ello se sumaban largas jornadas de trabajo, que llegaban a más de 14 horas diarias, en las que participaban hombres, mujeres y niños con salarios más allá de lo mínimo; y que carecían de toda protección legal.
Aunque no fue consecuencia para algunos, para otros el capitalismo fue un impacto negativo ya que éste se caracterizó por la propiedad privada de los medios de producción y la regulación de los precios por el mercado, de acuerdo por la oferta y la demanda.
Primó la burguesía por encima de todas las cosas, donde los empresarios obtenían grandes riquezas, no sólo vendiendo y compitiendo, sino que además pagaban bajos precios por la fuerza de trabajo aportada por los obreros.
Frente a la situación de pobreza y precariedad de los obreros, surgieron propuestas por parte de grandes críticos como por ejemplo el socialismo científico de Karl Marx que proponía la revolución y la abolición de la propiedad privada (marxismo); la iglesia católica a través del Papa León XIII, quien proponía condenar los abusos y exigía a los estados la obligación de proteger a lo más débiles.
A nivel ambiental el deterioro del ambiente y la degradación del paisaje fueron incalculables. Se evidenció una explotación irracional de la tierra.
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